martes, junio 26, 2007
Estafa singular
Se disponía a asaltar un taxi, pero terminó acudiendo a la policía para denunciar lo insólito: el robo de su billetera a manos de su presunta víctima... el taxista. Ya lo dice un tango, «cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón», y ello lo constató el alemán Albert Hoffmueller, un atracador devenido presa que acudió a las autoridades para reclamar justicia, aunque terminó en la cárcel luego de que el taxista aclarara que la única intención de este «inocente» era robarle la recaudación del día. Así, los agentes no tuvieron reparos en devolverle la billetera al malandrín, junto a un par de esposas. ¡Sorpresa!
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