Las flores suelen ser sinónimo de perfume, pero esa regla también encontró su excepción. Así lo comprobaron varios botánicos estadounidenses que apenas atinaron a taparse las narices, tras degustar el fétido «olor a pata» de la «orquídea del pantano», un raro ejemplar de esta familia floral, que difícilmente será usado alguna vez por los fabricantes de colonia.
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