El ave parlante no cesaba de hablar y Urrutia de pelear. Cuando la mujer se negó definitivamente a desprenderse de su cotica, el marido, en una crisis, le puso cola loca en el pico y también le pegó ambas patas. Pero la esposa, ni corta ni perezosa, con agua tibia logró sacarla de tan penosa situación. No se relata el final de esta historia, aunque se deja en el aire la duda de si el hombre habría intentado después hacer fricasé de cotorra.
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