Víctor Allegrini, un argentino muy entretenido, salió de viaje para la lejana Europa y decidió escribir dos cartas: una para su esposa y otra para la amante… pero cometió el ya repetido error de poner los textos equivocadamente.
El de la mujer fue al sobre de la amante, y viceversa. Ya se imaginarán ustedes lo que le esperaba al regreso: la mujer le planteó el divorcio y la amante le dio calabazas.
Esto le sucedió por el ejercicio indiscriminado de sus afanes donjuanescos.
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