lunes, octubre 30, 2006

Ya no creen ni en su madre

Los bandidos, cacos, malandrines o ladrones -como usted quiera decirles- ya no creen en nada ni en nadie. Se roban cualquier cosa. Y esto puede ocurrir en cualquier lugar del mundo.

Vamos con la historia: Cuando Fulton Porozo Quiñones retornó de un viaje de negocios tuvo gran dificultad para encontrar su residencia. Pero mejor aún: "No la halló pues solo encontró el terreno donde solía estar", dijo una emisora radial de Ecuador.

El anonadado hombre precisó que la estructura de la edificación correspondía a aquellas que se arman por medio de módulos y que, de acuerdo con informaciones proporcionadas por sus vecinos, cuatro individuos desarmaron y se llevaron la casa. Ya no importa que uno deje bien cerrada su vivienda. Si no pueden cargarse lo que hay dentro, se la llevan completa. No es a gusto del dueño, sino de los bárbaros pillos.

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