Por supuesto, el episodio provocó la indignación de ellos, que
según el diario The Mirror, fue calificado de "asqueroso y denigrante".
Tras el reclamo de los vecinos, los asadores respondieron que el párroco
Paul Richardson les había dado permiso; sin embargo, tras ser
consultado sobre lo sucedido, él reveló que no había dado autorización
para nada.
"Estaría feliz si alguien hiciera una parrillada y festejara sobre mi tumba. Es muy cool”, disparó uno de los debubicados amigos, generando más indignación entre los vecinos.
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