¡Ah, las debilidades humanas! ¡Cuán flaca es la voluntad de algunos! Pero hay circunstancias en las cuales es necesario ejercer dominio sobre uno mismo... o perecer.
Una nota que nos llega desde Paraguay dice que Anselmo Arnulfo Quintana -amigo de visitar casas en ausencia de sus dueños y en horarios nocturnos- se dedicó a "trabajar" en sus habituales fechorías. Se introdujo en una mansión... y encontró que muy cerca de la sala había un estupendo bar atestado de las más variadas y caras bebidas. Desde el exquisito whisky hasta los más deliciosos vinos franceses, sin olvidar a los excelentes rones cubanos, el pillo comenzó a probar todas las bebidas... y, claro, terminó con una borrachera olímpica.
Embriagado como estaba, pues no le quedó otra alternativa que ponerse a dormir la mona. Y los dueños, cuando llegaron del teatro, lo encontraron en un sofá... dormido como un niño bueno. Cuando despertó... estaba en una lóbrega celda.
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