Con los papeles y el papeleo hay que tener mucho cuidado. Sobre todo cuando se trata de cuestiones legales. Y, claro está, en estos casos uno debe tener sumo cuidado y revisarlo todo al detalle.
Desde Holanda llega una información en la cual se relata que durante una boda, en la cual todos bebieron y comieron a más no poder, el notario, más ebrio que una uva, se dedicó a llenar todos los papeles relativos al himeneo. Pero como estaba en condiciones deplorables, y casi como para darle un conteo de protección, todo lo enredó de mala manera.
A duras penas pudo celebrar la ceremonia. Y al día siguiente se percataron de que, en realidad, no había casado al novio con la novia, sino, con la suegra.
Alguien -con exquisito sentido del humor- le dijo al muchacho que era un hombre afortunado, pues al convertir a la mamá de su novia en su legítima esposa, se ahorraba tener que soportar a una suegra. Y el suegro, muy feliz y pletórico de felicidad, dicen que dijo: ¡Llévatela; te la regalo!
Claro... la única plantada, que fue la novia, anda exigiéndole que se divorcie de inmediato: "¡O mi mamá, o yo!", dijo llorosa.
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